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Segunda etapa vuelta ciclista isla de Tenerife 2014
Nuestro compañero Ernesto nos envía su crónica de la segunda etapa de la vuelta ciclista isla de Tenerife, en ella nos cuenta lo dura que resulto ser y el final tan rocambolesco que tuvieron que sufrir.
- Pese a que nuestra reducida experiencia y poco entrenamiento específico para estas pruebas auguraba que la cosa no saldría demasiado bien, se culminó el primer día y dentro de un margen razonable para las expectativas de cada uno. Así que entre el cansancio, la sorpresa y lo gratificante de la nueva experiencia nos desplazamos al hotel de concentración en el Puerto de la Cruz, donde nos recuperamos debidamente a nivel alimenticio y muscular, entre risas y buen humor para pasar lo que quedaba de la tarde y noche hasta la cita del día siguiente.
No descansamos de la mejor manera, ya que al acelerón que aún llevaba el cuerpo por mucho esfuerzo que hubiéramos realizado, no contribuyó en absoluto la mala ubicación de los apartamentos, dando a la calle en una planta baja. Así que tras un sueño intermitente y tener las piernas muy en alto, salimos a rodar durante un corto espacio de tiempo para reactivar las piernas y sondear el día, que prometía cielos despejados y mucho calor para afrontar la etapa reina de la Vuelta. Llegó la hora de la salida desde La Concepción en La Laguna, había un largo tramo neutralizado hasta la llegada a la zona del antiguo Aeropuerto del Norte que ayudó a calentar debidamente y hacerse a la idea de lo que nos esperaba.
Ya en la subida a Tacoronte comenzaron los arreones, desde mi puesto en la retaguardia se notaba que el grueso de los corredores no respondían de la misma manera y que muchos se descolgaban con más facilidad, llegando a la zona de llano previa a la subida ya estábamos descolgados Rafa y yo, como era previsible, cerca de otro grupo más avanzado. Con la subida de “las antenas” que desemboca en La Esperanza comenzó lo fuerte, el compañero y yo no conectamos como en la jornada previa y finalmente desde el coche me dijeron que siguiera, así que continué en solitario y la subida se me hizo más llevadera de lo que recordaba. Llegado a La Esperanza mi familia me dio la enorme sorpresa de estar esperando para verme pasar, lo cual me animó muchísimo, además, entendía ese día como un premio y no tenía miedo a la larga subida, así que iba muy tranquilo pese a ir rezagado.
Tras el primer avituallamiento, el infatigable Fer me comentó que Ángel y Javi estaban cerca, así que apreté lo que pude para establecer contacto visual y en apenas 2 km los vi. Advertí que venía desde atrás y enganchamos para subir los 3, me encontraba francamente bien y empezamos a subir con ánimo. Más compañeros nos apoyaron y avituallaron en Las Lagunetas y ha partir de ahí tuvimos que bajar algo el ritmo porque subía el desnivel. Se sucedían los kilómetros y nos extrañó no contactar con ningún otro grupo del pelotón que sabíamos cercano. Ángel iba un poco más justo acusando el esfuerzo del día previo pero nos habíamos propuesto subir juntos cubriéndonos. Hubo una zona en la que iba hasta demasiado relajado, pero mejor juntos que separados, ya que solo optamos a acabar. Continuaba la subida y llegábamos a la zona más complicada, tras Ayosa, recibiendo sol y calor de pleno y visualmente mortificados por la serpenteante carretera que nos vigilaba sin ocultarse. Ángel se fue quedando más y Javi y yo continuamos con mucho sufrimiento con los gratificantes ánimos de varios compañeros y amigos. Llegamos a coronar el Corral del Niño y venía todo bajada, así que nos relajamos un poco y optamos por evitar caídas y percances a estas alturas de la etapa.
Pasada la zona de El Portillo y tras bajar bastantes kilómetros escoltados por las unidades motorizadas de la Guardia Civil, comenzó lo rocambolesco: Javi se adelantó en bajada y a la altura de Mataznos aproximadamente un motorizado me indica tocándose el chivato de la oreja que le informan de que estoy fuera de carrera. Me quedo extrañado pero no le doy más vueltas, cosas que pasan. Al poco tiempo me pasa Ángel que bajaba muy a ritmo diciéndome que le siguiera, pero opté por continuar igual (difícilmente pillarlo en todo caso), y en la zona de Aguamansa me agrupo con Javi que había parado para unirnos. Nos bajamos de la bici y debatimos si seguir soltando piernas o subirnos a la guagua de la organización (la cual no estaba, dicho sea de paso), decantándonos por la primera opción. Así que recorrimos los aprox. 16 km en bajada que quedaban hasta La Victoria, con algún tramo de chincheta. Ni siquiera sabíamos donde estaba la meta, así que tuvimos que llamar, y al llegar nos agarramos un cabreo monumental: nadie de la organización había mandado a parar, y si hubiéramos seguido aún estaríamos en carrera, como le ocurrió al propio Ángel que nos había pasado y también estaba fuera supuestamente (y que demostró que hizo lo más inteligente en carrera…).
A partir de ahí todo son opiniones contradictorias, dudas, opiniones…en definitiva un broche nada respetuoso para el esfuerzo que culminamos Javi y yo. Así que aunque oficialmente nunca acabamos esa etapa, al menos nos queda el haberla hecho y el reconocimiento y ánimos de otros ciclistas que saben lo que supone. Creo además que se habría culminado en un tiempo bastante proporcionado para nuestro nivel en estas pruebas, y en esta etapa en concreto. Como no agradecer a todos los compañeros que nos animaron y avituallaron porque son los que hacen posible darse estas palizas, y que cuando aparece el cansancio y el dolor, que son irreflexivos, los hacen desaparecer de un plumazo.
Esto no es mtb, es prácticamente otro deporte, con sus cosas buenas y sus cosas malas, seguiremos aprendiendo dentro de nuestras limitacioneS.