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VOLCANO GRAN FONDO 2021

VOLCANO GRAN FONDO 2021
 
La Volcano es una marcha ciclodeportiva, y no una cicloturista, así lo define en su página web: “es una Marcha Ciclodeportiva no competitiva de larga distancia, realizada con bicicletas de carretera,  apta para  aficionados o competidores, al ritmo que cada participante se marque y cuyo objetivo será poder pedalear entre volcanes en la Isla de La Palma”.
Desconocía esta diferencia hasta que mi compañero Domingo me explicó que en las cicloturistas, los ciclistas, pueden ir al ritmo que quieran, pero teniendo paradas obligatorias para rejuntarse de nuevo. Y que en las ciclodeportivas no tienen límite de velocidad, además pudiendo tener un cronometraje completo de la prueba, es decir,  es lo mas parecido a una carrera.
Bueno, pues La Volcano tiene dos modalidades, la corta de 52 km y la larga de 117 km, que comienza y finaliza en Los Cancajos. Nosotros, Federico, Domingo, José, Javier y yo (Laura), decidimos ir a la larga como suicidas que somos. 
 
 
Para ponerles en contexto de la fatídica semana y poder así entender un poco el hilo de la historia, les explicaré, que como muchos ya saben, el viaje con Binter de la vuelta de la FuerteBike fue un auténtico desastre. Facturé todos los accesorios de la bicicleta, garmin, banda de frecuencia cardiaca, casco, zapatillas, luces… con tan mala suerte que me rompieron el bolso y todo su contenido. Antes de que digas nada, no facturo nunca este tipo de cosas, y eso que viajo cada mes con esta compañía, pero esta vez lo hice porque tenía un bote de lubricante para la cadena, total, ¿qué podía pasar? Pues que se les enganchara el bolso en la rueda y arrancaran con él. Me vi a tan solo 5 días antes de esta ciclodeportiva sin material para poder hacerla, así que decidí comprar lo imprescindible para poder realizarla. Pues si creías que aquí acababa mi mala suerte, estas muy equivocado/a. Todos los años tiendo a ponerme mala de la garganta con placas y luego con fiebre, ¿se imaginan lo que puede desembocar eso en tiempos de pandemia? Ya te lo explico yo muy brevemente, viene una encapuchada a mandarte a cuarentena hasta que te hagan todo tipo de pruebas. Finalmente, como era de esperar y siendo negativa en Covid, consigo recuperarme en tiempo record pero no quita que estuve días sin comer, cogiendo nervios, y sobretodo sin entrenar. Seguramente estás pensando que desistí de la idea de continuar con el viaje, pues si es así es porque no me conoces. Federico me hizo el favor de llevarme la bicicleta a Probicis donde Esteban me cambió el desarrollo de un 28 a un 34 para poder subir ese primer puerto que nos esperaba. Me puse a comer como una desesperada para ver si recuperaba las fuerzas, y todo esto con un chute de motivación al ver mi dorsal. Tenía el número 27, ¡qué número más bonito!.
 
 
 Comenzamos el viaje el día 10 en barco, llegando con retraso. La ciclodeportiva la organiza el club deportivo 7Raid, y tuvieron el detalle de mantener el chiringuito montado de la recogida de dorsales hasta que llegaran todos los del barco. Nosotros como teníamos a José por ahí deambulando, tuvimos la suerte de que él se hacía cargo. El maillot tiene un diseño espectacular, en mi opinión, uno de los más guapos de todas las pruebas que hemos participado y participaremos este año. Sin embargo, la gente se quejaba de que venían algo pequeños. A mí me quedaba como un guante.Nos quedábamos en Mazo, y para no variar mucho acabamos acostándonos tarde. Al día siguiente comienzan los preparativos para esta nueva aventura. Según me iba cerrando la cremallera del maillot, supe que mi cuerpo no estaba listo ni siquiera para rodar por la Dársena, pero continué. Con las prisas, como siempre, llegamos a 4 minutos de empezar la prueba, a mi me desviaron y me pusieron en las primeras filas junto a todas las mujeres, y el resto de mis compañeros al final. Este año hubo una gran participación femenina, y por eso decidieron que ese sería mi sitio, no te vayas a pensar que es por mi nivel, ¿te imaginas? Jajaja. 
 
 
Comienza la prueba, y empiezan a adelantarnos los que van como cohetes. Mientras yo iba haciendo tiempo para encontrarme con mis compañeros, los cuáles se habían situado en la última fila sin yo saberlo, iba subiendo al ritmito tun tun, muy contenta. Aproximadamente en el kilómetro 5 ó 6 nos encontramos y continuamos la ruta juntos. La Palma es preciosa, y las pechadas que tiene son mortales. El primer puerto consta de desniveles de entre 7-14 %, es una burrada. Subíamos con risas y bromas hasta que las rampas del 10 % eran muy seguidas y las del 7 % nos parecían llanas en comparación con las otras. Ya mi cuerpo empezaba a flaquear, y sobre todo a agobiarse con el ruido de los coches y ambulancia que venían detrás. Domingo en un amago de animarme, me da unas golosinas para ver si dejo de ver doble. Estoy convencida de que si un psicólogo hubiera escuchado mis pensamientos en ese momento, me hubiera mandado a un psiquiatra, y éste a un manicomio de por vida. Sigo tratando de avanzar cuando el coche de la guardia civil se pone a mi lado, y la mujer que está dentro me dice: “¡Estás fuera de carrera, pero estás fuera de carrera ya!”. Madre mía, ¡todo el esfuerzo para nada!, entendí que no podía continuar, me paré y avisé al coche escoba. La Guardia Civil continuaba puerto arriba avisando a todo quisqui de lo mismo. Imagínate como estaba recochineando la gente con el esfuerzo que implicaba subir aquel puerto. Cuando la Guardia Civil llegó hasta donde estaba José, el cuál ya había terminado de subir el puerto, éste no se lo podía ni creer, bajó y subió a todos los santos del cielo 100 veces. Está claro que hubo dos confusiones: Una calcular un corte muy reducido para la subida, siendo aventajados los primeros pero no los últimos y dos la expresión de “estás fuera de carrera”, porque muchos interpretamos que no podíamos continuar, cuando sí que se podía. La página web define esta prueba como un objetivo que te trazas tú, a tu ritmo, sin embargo, no fue cierto.
Mientras los chicos continuaban la ruta por su cuenta, nosotros íbamos recogiendo y asistiendo a todo aquel, que tenía algún problema o desistía. ¡Había hasta una guagua para todo ellos!. Yo seguí de voluntaria con Miguel y José, que así se llaman los dos organizadores de 7Raid. Me ofrecieron una cantidad de cosas, que si refrescos, comida, cervezas… ¡de haberlo sabido me hubiera bajado de la bicicleta antes!. Fue una auténtica aventura, descubrí en parte, lo que conlleva organizar una prueba de este estilo, además me reí muchísimo con ellos y conocí una barbaridad de gente. 
 
 
Mientras tanto, Federico, José, Javier y Domingo continuaban con su hazaña, aunque acortaron para no bajar el segundo puerto puesto que entendían también que estaban descalificados. Nos encontrábamos en cada avituallamiento, donde siempre les esperaban una infinidad de comida y líquidos. Cada vez que nos encontrábamos nos saludábamos con una vitalidad como si no nos hubiéramos visto en años. 
Hasta llegar al último avituallamiento hacía un calor impresionante, veías aparecer zombies en bicicleta que venían de subir el último puerto precioso que atravesaba todo ese paisaje negro de la lava volcánica. Me encontré con Luzma que viene de Fuerteventura más fuerte que el vinagre, y me convenció para que cogiera la bicicleta y continuara hasta meta acompañándola. Me despedí de mis nuevos amigos para continuar con ella. En mi intento de reconciliación con el ciclismo, vuelvo a sentir ese airillo en la cara mientras doy pedales y voy hablando con ella. ¡Que bonito es el ciclismo! -El próximo año vuelvo a intentarlo… -venía diciéndole a Luzma. Llegamos a un cruce, justo la subida donde hay eucaliptos, cambio de plato, empiezo a pedalear y rompo la cadena. -Bff… mie*** ¡definitivamente me miró una comunidad de tuertos!. No voy a negar que se me pasó por la cabeza lanzar la bicicleta barranco abajo, pero pronto desistí de ese idea, y me junté con los chicos de la ambulancia para despotricar sobre Binter y así canalizar mi ira.  Ya se podrán hacer una idea del cachondeo que tenían los organizadores José y Miguel, cuando volvieron a socorrerme. 
Finalmente Domingo, Federico, José y Javier llegaron a meta, pero no fue una llegada que pasara desapercibida ya que atravesaron la meta gritando como locos los cuatros. ¡Qué grandes que son!. 
 
 
Podrán imaginarse la alegría con la que llegaron, y cómo durante horas y horas hablaban contando toda la hazaña. ¡Qué orgullo!. Todos muy contentos por haberlo logrado y yo porque ellos pudieran. A Domingo solo le faltó dormir con la medalla.
He aprendido una lección muy importante, y es que hay que saber escuchar al cuerpo, y de vez en cuando pisar el freno. Al fin y al cabo por hacerlo no va a pasar nada y además, el hecho de que te socorra el coche escoba puede ser una pasada. 
Nos despedimos muy contentos, con una frase pintada en uno de los muros de las plataneras que decía: “búscanos debajo de los sueños”. Pues si algún día deciden buscarnos, ahí estaremos, persiguiéndolos. 
 Y por si esto fuera poco nos vemos en la parte 3 de esta crónica. 
Hasta más ver.