El pasado domingo día 15 de diciembre, varios componentes de PLATO-CHICO y varios amigos  que fueron invitados en esta ocasión a salir con nosotros, nos reunimos con la intención de realizar una ruta y disfrutar de las nieves que nos había dejado el temporal en días anteriores y que nos presentan una serie de estampas de increíble belleza que solo podemos observar una o dos veces al año si hay suerte.

La ruta comenzaría saliendo a las 08:30 horas de la zona de las Rosas en La Esperanza y posteriormente nos dirigiríamos por las pistas forestales del Rayo, Fuente Fría, Dos barrancos, Choza Almadi,  con la intención de llegar hasta La Caldera en La Orotava. Una vez allí la parada en el bar para reponer fuerzas era obligatoria, deliciosos bocadillos preparados con mucho cariño y rapidez que nos supieron a gloria, por no decir de la variedad de dulces y tartas que nos lo ponían muy pero que muy difícil a los que queremos mantener la línea ajaja. 

Tras llenar el estomago y reponer fuerzas, comenzamos el ascenso hacía Corral del Niño. Unos 15 o 20kms de ascenso por pistas de todo tipo nos esperaban, pero la recompensa merecería la pena seguro. Yo particularmente nunca había realizado esta ruta y me hacía especial ilusión llegar hasta la nieve subido en mi bici. Mientras íbamos ascendiendo, las estampas iban siendo cada vez más y más increíbles. Allí estaba el padre Teide observándolo todo desde arriba y mientras nosotros nos encontrábamos con los primeros indicios de nieves, lo cual hacía que nos dejáramos llevar por la emoción y subiéramos el ritmo por momentos, lo que nosotros solemos llamar pequeñas hostilidades vamos…

Después de más de cuatro horas y media de pedaleo por fin llegamos a nuestra meta, CORRAL DEL NIÑO, a 2350mts de altura y con unas estampas increíblemente preciosas donde no podían faltar las respectivas fotos para dejar un recuerdo imborrable de una final de ruta increíble, podrían pasar varios años hasta poder volver disfrutar de momentos como este.

Tras reponer fuerzas y abrigarnos bien, emprendimos un rápido, pero frio descenso hasta el lugar de origen, las manos y los pies no se sentían, pero sin duda merecía la pena ya que aun alejándonos de la nieve, los paisajes seguían siendo embriagadores ¡Que suerte vivir aquí! Pensaba yo mientras bajaba…

Casi a las cuatro de la tarde llegamos a los coches, todos satisfechos, tanto por la experiencia vivida como por el desarrollo de la ruta, que sin duda fue bastante dura. Una pena que no hayan podido unirse el resto de compañeros del grupo, esperemos poder repetirla pronto.

Redactado por nuestro compañero Jonathan.

Aquí teneís un video realizado por nuestro compañero Javi...