Después del temporal de agua y viento que nos azotó viernes y sábado, algunos ya teníamos ganas de sacar nuestra  mtb y embarrarnos en el  monte, por eso nos reunimos en una salida rutinaria el domingo. Amanece el día con algo de frío,  nubes que amenazaban lluvia y que podían aguarnos la fiesta, de echo alguno de  los congregados ni siquiera saco la bici del coche y se dio la vuelta, el resto (unos siete) decidimos arriesgarnos.

Sin rumbo ni destino empezamos a pedalear para entrar en calor, entre charcos, ramas caídas, barro y de más obstáculos que sortear nos dirigimos hacia el bar de Las Lagunetas para tomarnos un cafecito. Sin prisa volvimos a retomar el pedaleo, subiendo por Risco atravesado hacia el cruce de Arafo, una vez allí el grupo se divide, unos regresaban por diversas pistas hacia los coches y tan solo 2 (Paco y Sergioarafo) decidimos continuar ascendiendo. Nos dirigimos al Corral del Niño por carretera entre una ligera  niebla, no hacia mucho frió, (o eso nos parecía a nosotros) seguramente no lo notamos por el continuo ascenso. En poco mas de 2 horas ya estábamos arriba, no había nieve, ni siquiera se veía el majestuoso Teide por culpa de la dichosa niebla que nos acompaño todo el trayecto. Una foto en el lugar y luego nos tocaba  decidir que hacíamos, volver por la misma carretera o seguir la aventura por otro lado.

Lo tuvimos claro… la aventura, descendimos por la pista que nos lleva hacia La Caldera, creo que jamás se me olvidará este día, tan solo unos km recorridos y  empezó una ligera lluvia o mas bien agua nieve,  continuaba la niebla, ya no había retorno. Normalmente bajar es lo más divertido, en este caso para mi no, mis manos estaban agarrotadas, no podía frenar, la rueda me lanzaba agua y barro en la espalda, los pies congelados y una sensación de frío horroroso. De vez en cuando miraba a Paco, a ver como iba, parecía que se divertía el “jodio”, no lo oí quejarse para nada y eso que levaba guantes cortos. Mi cabeza solo pensaba en la chimenea del bar de La Caldera y unas garbanzas con un buen vaso de vino. Ese momento llego tras un largo y tortuoso descenso, teníamos el plato de garbanzas en frente nuestro, menuda risas nos pegamos con el tintineo de la “dentadura” de Paco y yo tratando de llevarme alguna cucharada de garbanzas a la boca sin que se me cayera por el tembleque de las manos.

Ahora tocaba la subida, creo que nunca me ha hecho tanta ilusión remontar desde La Caldera hacia el km 24, un pichazo a medio camino en mi rueda trasera nos retraso un poco más, pero¿que es una raya más para un tigre?. Al final nos quedo otro descenso por carretera hacia Las Raíces bastante duro ya que comenzo de nuevo la lluvia y retorno el frío.

La ruta estuvo bien, son de esas salidas de las cuales siempre te acordaras, 90 km de aventura.

P.D: El termómetro del coche marcaba 9 grados, así que nosotros seguramente estábamos a mucho menos, bufff que fríooo